viernes, 15 de enero de 2016

Leyendas de Iguala


La Tamarinda

Foto 311.jpghttp://photos.wikimapia.org/p/00/00/56/00/29_big.jpgEn Iguala el 2 de Junio de 1832 , en el zócalo se plantaron 32 tamarindos por orden del General Luis Gonzaga Vieyra, por lo que también se le conoce a Iguala como la Ciudad Tamarindera, en Iguala existe una leyenda de la cual se sabe que de los 32 tamarindos hay una tamarinda de la que emanaban hechizos de amor. Las mujeres solteras de Iguala tenían conocimiento de este hechizo y le daban a tomar agua de la tamarinda a su novio fuereño para que este nunca se alejara de Iguala y finalmente terminaba casándose con la mujer que lo había embrujado.
https://blogger.googleusercontent.com/img/proxy/AVvXsEjfvK6_ILsyU7cBnqS65RVNm-TfmZrHbCOQUzUMBiHGX55j5d5rfBTlD5js7_ebfK6mjhRRv7HgIj0V8WxGirjAvSO8lguT_yI-OOAVp4yG5ANj6KLlPa0SW41RtcJ8woQWhyQ0K8DaI-0UZkwIJqRoF1Hsgz0=Si algún día vienes a Iguala no puedes dejar de visitar el Zócalo donde se encuentra un bello Quiosco y un Monumento a Benito Juárez, ya sea de día o de noche en los alrededores del Zócalo podrás degustar de antojitos de la región y no dejes de disfrutar de una rica agua fresca de tamarindo o de tamarinda, y en el mejor de los casos, las mujeres solteras te embrujan de amor...
Iguala se encuentra a tan solo 2 horas por vía terrestre de la Ciudad de México.






Leyenda Chencha la Mocha
En un pueblo cercano a Iguala había una pareja de esposos muy pobres.  La señora tenía la virtud o la mala suerte de ser bruja en el siglo pasado. Por aquellos tiempos la gente sabía que existían los brujos y las brujas pues había muchas personas que contaban cosas extrañas. Esa señora se llamaba Chencha y vivía con su esposo en una casa muy humilde, pero la señora era de muy mal genio ya que cuando tenía enemistades o le tenía rencor a alguien se convertía en guajolote de la siguiente manera:
Encendía una fogata en el patio de su casa, ponía unas piedras cerca de la fogata y se quitaba las piernas a partir de las rodillas pero tenía que dejarlas en una piedra para que no se le enfriaran.
Dejaba sus piernas, tomaba la forma de un guajolote y se iba volando. Cuando llegaba a la casa de la persona a la que quería perjudicar hacia lo que ella quería. A veces rompía el techo o desacomodaba las tejas. Cuando ya hubo hecho el daño que ella quería regresaba a su casa, tomaba sus piernas y se las volvía a colocar debajo de sus rodillas. Después se iba a dormir junto a su esposo. Y así fue durante mucho tiempo. Cuando alguna amiga suya deseaba causar algún mal a otras personas le pedía el favor a Chencha para que fuera ella quien causara el daño.  Entonces Chenca hacia lo mismo durante la noche, encendía una fogata, se quitaba las piernas, las colocaba en las piedras que estaban cerca de la fogata y volaba hacia la casa a la que quería dañar. Algunas veces arañaba la casa o rompía algo, hacia lo que ella quería. Y ya después se volvía humana de nuevo y así vivió durante mucho tiempo.
Una noche el esposo de Chencha se dio cuenta de que ella no estaba en su casa y que las piernas estaban encima de una piedra con la fogata cerca. Entonces él, muy enojado, arrojo las piernas de Chencha al fuego y estas se incendiaron. Cuando regreso Chencha y quiso ponerse sus piernas para volver a ser humana no pudo porque ya no estaban sus piernas y se puso a llorar muy fuerte. Entonces el esposo le pregunto porque lloraba y ella le respondió que lloraba porque le faltaban sus piernas. Que ella las había dejado allí para que no se le enfriaran y pudiera ponérselas para volver a ser humana. En ese momento el esposo le dijo que lo que ella hacia estaba mal y que no era correcto. Ambos se enojaron mucho y ella comenzó a pensar en cómo podría hacer para volver a caminar. Entonces se hizo unas almohadillas, se las amarró en sus rodillas  y así pudo volver a caminar.
Después ella no quiso estar más en el pueblo así que vino a Iguala y aquí se dedicó a pedir limosna para sobrevivir. Pasaron algunos meses y se compadecieron de ella unas señoras que eran franciscanas. Ellas tenían una casa donde Chencha podía ser recibida. Entonces la llevaron a esa casa y le dijeron que se portara bien para que la gente le diera de comer y la trataran bien. Ahí se quedó Chencha pero seguía haciendo cosas malas cuando salía, rasguñaba a alguna niña o hacia maldades porque los niños la miraban y algunos que eran irrespetuosos la insultaban. Eso la molestaba mucho. Así estuvo viviendo durante muchos años hasta que enfermo y ya no tuvo cura alguna. Ella murió. Chencha vivió en una casa en la calle de Pacheco.  







La mujer del puente de Tinajillas
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgOBcyKnfbhFMmzW9OO9r7ZxRSCgaFFTIYSZpLM7-AFEH2kjj6NVS_f6byouD4dxNqup6dRSj6d7Iulv5PRq7au38n-iyLEpRAmylSPv1xdYCY-J2f9pvK4OZrNFw1TTXHf9J59CCrrDSvu/s1600/4668632852_a7014577de_b.jpgHace muchos años en la ciudad de Iguala, cerca del puente Tinajillas tuvo un accidente de auto una mujer que iba a casarse con un muchacho sin el permiso de sus padres, se lo habían prohibido porque el joven era pobre y ella era muy rica.
Eso no le importaba a ella, pues estaba muy enamorada y se iba a fugar con él. Antes de llegar al puente de Tinajillas el conductor del automóvil perdió el control ya que una fuerza sobrenatural tomo el volante e hizo que chocaran.
Ahora la muchacha se dedica a pedir en la carretera que la lleven a Taxco para poder casarse con su enamorado pero cuando los conductores se dan cuenta de que ella es un fantasma no la recogen sin embargo ella se sube a la cajuela y en algún tramo de la carretera ella desaparece. 





 Leyenda del hacendado Don Agustín Lorenzo
http://www.yosoypuebla.com/wp-content/uploads/2011/08/El-Legendario-Bandido-Agustin-Lorenzo-from-El-Carnaval-de-Huejotzingo-by-Fernando-Ramirez-Osorio.jpgCuenta la leyenda que antes de la época de la revolución, en el sur había muchos hacendados de Iguala y de más partes de Guerrero que se dedicaban a la agricultura y ganadería. Había un señor llamado Agustín Lorenzo que se dedicaba a robar, y la policía rural nunca pudo atraparlo,  la gente decía que cerca del puente de la mano existía una caverna a la cual nunca se le encontró fin, unos dicen que conducía a Buena vista y otros hasta Mexcaltepec, cuando Agustín Lorenzo robaba, acostumbraba a huir en un caballo muy veloz que parecía el mismo diablo, ningún otro caballo por más veloz que fuera le podía dar alcance y como todo sucedía en la noche no veían que pegara las patas al suelo, era como si el caballo volara, siempre hacía los asaltos al ferrocarril, a la estación del tren, ya que los pasajeros y los conductores eran gringos y llevaban el pago para los trabajos del viejo Balsas así que  cuando esto sucedía los de la región llamaban a la gente de la caballeriza. Se propusieron a capturarlo pero nunca lo lograban; un día en Iguala asaltó el tren, tomó todo el dinero y se fue con su caballo tan veloz como siempre.

La gente decía que siempre se metía a la caverna, así como si nada; justo al acabar el puente, había quienes se metían a buscarlo pero algunos nunca regresaban y otros regresaban sin nada, la gente dice que en esa caverna se encuentra todo el oro, plata y dinero que Agustín Lorenzo robaba, un día simplemente desapareció, nunca han sabido nada de él, quienes han entrado a buscar objetos de valor suelen llevar aparatos que siempre se descontrolan sin dar pista alguna de todas las riquezas de este ladrón. 



Por el viejo barrio de San Juan

Por el año de 1900 caminaba por la calle el güero galán era perfecto en la ciudad, le decían el "güero galán" por galán y güero sus, ojos zarcos perseguían a una san juaneña guapa, alta, frondosa de pelo largo, morena de ojos prietos y con una andar de reina la llamaban "la Juanota" el güero andaba loco por ella, pero ella tenía marido, no supo cómo paso pero corresponder al amor fue difícil pero sus dos locos corazones se unieron a la pasión tal vez se refugiaron en la sombra de la luna y un lecho de arena, el caudaloso rio San Juan, lo malo fue que al marido le contaron sobre ese amor. El la acechó cual cazador a su presa y ella como siervita campera cuido sus pasos pero no dejo el amor los dos grandes ilusos para vivir su pasión le cubrieron los ojos al sol, pero los celos del marido como llamaradas de fuego la acorralaron le cerraron la tranca y lanzaron la ilusión, el amante desesperado sentía la ausencia, buscaba su amada y ella impaciente lo esperaba. Una tarde todavía con claridad del crepúsculo el marido saco de la casa a su bella mujer tomaron el rumbo de Tuxpan caminaron ya no adentro a campo abierto ella presentía la intención, gritaba de miedo mientras el escondía sus celos y el rencor caminaron entre brechas y marañas, el nada le preguntaba, ella nada decía. Al llegar a un terreno baldío se detuvieron ella inclino la cabeza por el peso de la culpa, el apretando la mandíbula se preparaba para el castigo, te voy a matar le dijo, ella guardo silencio pensaba en la humedad de la arena y en las mariposas volando en medio del amor, en ese momento el la mato, cavo la fosa la enterró, cubrió el lugar con marañas y piedras y se fue. Caminó sin corazón porque lo enterró en la fosa junto a ella pasaron cada vez más y más días y el güero galán se impacientaba comenzó a buscar a su amada, nadie la había visto pensó entonces en el marido mando que lo detuvieran y bajo sospecha lo encarcelo, jamás se supo si por las buenas o por las malas, pero el marido confeso la verdad y los llevo al lugar de los hechos, quitaron las piedras y la tierra y ahí estaba la bella mujer que arranco suspiros al pasar su hermosura una vez adorno las calles del barrio de San Juan. El güero galán enfurecido y con los ojos llenos de lágrimas le dictó sentencia y ahí mismo lo mato, lo enterraron en la misma fosa y en la misma enterraron también los celos y la traición, pero quedo en la nostalgia  el amor. A través de los años sobre de la fosa que guarda la traición y el amor se levanta lo que hoy es el cerezo de iguala.

  


La leyenda: "Los chantes emparedonados"


Aproximadamente en el año de 1939 se inició la construcción de la carretera de Iguala a Altamirano edificada por el ingeniero Rubén Figueroa Figueroa, habiendo tantas versiones de la historia que cuentan, se dice que en el pueblo Santo niño hubo necesidad de edificar un puente para poder pasar la carretera, pero los constructores en el día construían el puente y por la madrugada su obra era derribada. Así paso muchas veces, hasta que un hombre se presentó y hablo con los responsables de la obra, y este hombre les dijo que si querían que dejara pasar la carretera por el puente tenía que entregarle un promedio de almas. Entonces estos hombres hicieron el compromiso  de entregarle las almas que él quería y aprovechando que habían unas personas desconocidas, que no eran del pueblo, si no que venían de Toluca vendiendo muchas cosas que llevaban cargando en un huacal en sus espaldas donde vendían ollas, cazuelas, jarros, dulces, petróleo y canela lo que al día de hoy se les llama comerciantes les llamaban chantes y al ver que ellos no eran del pueblo los invitaron a tomar bebidas alcohólicas, ya estando ellos tomados fueron metidos enparedonados en unos muros de piedra para que el puente fuera edificado y fue así como el espíritu del mal que conocemos como Satanás dejo pasar la carretera y edificar el puente. Los moradores de ese puente hasta el día de hoy dicen que escuchan las voces de esos hombres que están enparedonados en esas columnas de piedra del puente  y se dice que cuando el rio crece las palabras de esos hombres claman diciendo: “atráncate compañero”.

2 comentarios:

  1. Es una bella información, deberían promoverla en todas las redes sociales. Al mnos yo trataré d hacerlo. Gracias por su amor a Iguala.

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