La Tamarinda
En Iguala el 2 de Junio
de 1832 , en el zócalo se plantaron 32 tamarindos por orden del General Luis
Gonzaga Vieyra, por lo que también se le conoce a Iguala como la Ciudad
Tamarindera, en Iguala existe una leyenda de la cual se sabe que de los 32
tamarindos hay una tamarinda de la que emanaban hechizos de amor. Las mujeres
solteras de Iguala tenían conocimiento de este hechizo y le daban a tomar agua
de la tamarinda a su novio fuereño para que este nunca se alejara de Iguala y
finalmente terminaba casándose con la mujer que lo había embrujado.
Si algún día vienes a
Iguala no puedes dejar de visitar el Zócalo donde se encuentra un bello Quiosco
y un Monumento a Benito Juárez, ya sea de día o de noche en los alrededores del
Zócalo podrás degustar de antojitos de la región y no dejes de disfrutar de una
rica agua fresca de tamarindo o de tamarinda, y en el mejor de los casos, las
mujeres solteras te embrujan de amor...
Iguala se encuentra a tan
solo 2 horas por vía terrestre de la Ciudad de México.
Leyenda
Chencha la Mocha
En un pueblo
cercano a Iguala había una pareja de esposos muy pobres. La señora tenía
la virtud o la mala suerte de ser bruja en el siglo pasado. Por aquellos
tiempos la gente sabía que existían los brujos y las brujas pues había muchas
personas que contaban cosas extrañas. Esa señora se llamaba Chencha y vivía con
su esposo en una casa muy humilde, pero la señora era de muy mal genio ya que
cuando tenía enemistades o le tenía rencor a alguien se convertía en guajolote
de la siguiente manera:
Encendía una
fogata en el patio de su casa, ponía unas piedras cerca de la fogata y se
quitaba las piernas a partir de las rodillas pero tenía que dejarlas en una
piedra para que no se le enfriaran.
Dejaba sus
piernas, tomaba la forma de un guajolote y se iba volando. Cuando llegaba a la
casa de la persona a la que quería perjudicar hacia lo que ella quería. A veces
rompía el techo o desacomodaba las tejas. Cuando ya hubo hecho el daño que ella
quería regresaba a su casa, tomaba sus piernas y se las volvía a colocar debajo
de sus rodillas. Después se iba a dormir junto a su esposo. Y así fue durante
mucho tiempo. Cuando alguna amiga suya deseaba causar algún mal a otras
personas le pedía el favor a Chencha para que fuera ella quien causara el daño.
Entonces Chenca hacia lo mismo durante la noche, encendía una fogata, se
quitaba las piernas, las colocaba en las piedras que estaban cerca de la fogata
y volaba hacia la casa a la que quería dañar. Algunas veces arañaba la casa o
rompía algo, hacia lo que ella quería. Y ya después se volvía humana de nuevo y
así vivió durante mucho tiempo.
Una noche el
esposo de Chencha se dio cuenta de que ella no estaba en su casa y que las
piernas estaban encima de una piedra con la fogata cerca. Entonces él, muy
enojado, arrojo las piernas de Chencha al fuego y estas se incendiaron. Cuando
regreso Chencha y quiso ponerse sus piernas para volver a ser humana no pudo
porque ya no estaban sus piernas y se puso a llorar muy fuerte. Entonces el
esposo le pregunto porque lloraba y ella le respondió que lloraba porque le
faltaban sus piernas. Que ella las había dejado allí para que no se le
enfriaran y pudiera ponérselas para volver a ser humana. En ese momento el
esposo le dijo que lo que ella hacia estaba mal y que no era correcto. Ambos se
enojaron mucho y ella comenzó a pensar en cómo podría hacer para volver a
caminar. Entonces se hizo unas almohadillas, se las amarró en sus rodillas
y así pudo volver a caminar.
Después ella no quiso estar más en el pueblo así
que vino a Iguala y aquí se dedicó a pedir limosna para sobrevivir. Pasaron
algunos meses y se compadecieron de ella unas señoras que eran franciscanas.
Ellas tenían una casa donde Chencha podía ser recibida. Entonces la llevaron a
esa casa y le dijeron que se portara bien para que la gente le diera de comer y
la trataran bien. Ahí se quedó Chencha pero seguía haciendo cosas malas cuando
salía, rasguñaba a alguna niña o hacia maldades porque los niños la miraban y
algunos que eran irrespetuosos la insultaban. Eso la molestaba mucho. Así
estuvo viviendo durante muchos años hasta que enfermo y ya no tuvo cura alguna.
Ella murió. Chencha vivió en una casa en la calle de Pacheco.
La mujer del puente de
Tinajillas
Hace muchos años en la ciudad de
Iguala, cerca del puente Tinajillas tuvo un accidente de auto una mujer que iba
a casarse con un muchacho sin el permiso de sus padres, se lo habían prohibido
porque el joven era pobre y ella era muy rica.
Eso no le importaba a ella, pues estaba muy
enamorada y se iba a fugar con él. Antes de llegar al puente de Tinajillas el
conductor del automóvil perdió el control ya que una fuerza sobrenatural tomo
el volante e hizo que chocaran.
Ahora la muchacha se dedica a pedir en la carretera
que la lleven a Taxco para poder casarse con su enamorado pero cuando los
conductores se dan cuenta de que ella es un fantasma no la recogen sin embargo
ella se sube a la cajuela y en algún tramo de la carretera ella
desaparece.
Leyenda del hacendado Don Agustín
Lorenzo
Cuenta la leyenda que antes de la época de la
revolución, en el sur había muchos hacendados de Iguala y de más partes de
Guerrero que se dedicaban a la agricultura y ganadería. Había un señor llamado
Agustín Lorenzo que se dedicaba a robar, y la policía rural nunca pudo
atraparlo, la gente decía que cerca del puente de la mano existía una
caverna a la cual nunca se le encontró fin, unos dicen que conducía a Buena
vista y otros hasta Mexcaltepec, cuando Agustín Lorenzo robaba, acostumbraba a
huir en un caballo muy veloz que parecía el mismo diablo, ningún otro caballo
por más veloz que fuera le podía dar alcance y como todo sucedía en la noche no
veían que pegara las patas al suelo, era como si el caballo volara, siempre
hacía los asaltos al ferrocarril, a la estación del tren, ya que los pasajeros
y los conductores eran gringos y llevaban el pago para los trabajos del viejo
Balsas así que cuando esto sucedía los de la región llamaban a la gente
de la caballeriza. Se propusieron a capturarlo pero nunca lo lograban; un día
en Iguala asaltó el tren, tomó todo el dinero y se fue con su caballo tan veloz
como siempre.
La gente decía que siempre se metía a la caverna,
así como si nada; justo al acabar el puente, había quienes se metían a buscarlo
pero algunos nunca regresaban y otros regresaban sin nada, la gente dice que en
esa caverna se encuentra todo el oro, plata y dinero que Agustín Lorenzo
robaba, un día simplemente desapareció, nunca han sabido nada de él, quienes
han entrado a buscar objetos de valor suelen llevar aparatos que siempre se
descontrolan sin dar pista alguna de todas las riquezas de este ladrón.
Por
el viejo barrio de San Juan
Por el
año de 1900 caminaba por la calle el güero galán era perfecto en la ciudad, le
decían el "güero galán" por galán y güero sus, ojos zarcos perseguían
a una san juaneña guapa, alta, frondosa de pelo largo, morena de ojos prietos y
con una andar de reina la llamaban "la Juanota" el güero andaba loco
por ella, pero ella tenía marido, no supo cómo paso pero corresponder al amor
fue difícil pero sus dos locos corazones se unieron a la pasión tal vez se
refugiaron en la sombra de la luna y un lecho de arena, el caudaloso rio San Juan,
lo malo fue que al marido le contaron sobre ese amor. El la acechó cual cazador
a su presa y ella como siervita campera cuido sus pasos pero no dejo el amor
los dos grandes ilusos para vivir su pasión le cubrieron los ojos al sol, pero
los celos del marido como llamaradas de fuego la acorralaron le cerraron la
tranca y lanzaron la ilusión, el amante desesperado sentía la ausencia, buscaba
su amada y ella impaciente lo esperaba. Una tarde todavía con claridad del
crepúsculo el marido saco de la casa a su bella mujer tomaron el rumbo de
Tuxpan caminaron ya no adentro a campo abierto ella presentía la intención,
gritaba de miedo mientras el escondía sus celos y el rencor caminaron entre
brechas y marañas, el nada le preguntaba, ella nada decía. Al llegar a un
terreno baldío se detuvieron ella inclino la cabeza por el peso de la culpa, el
apretando la mandíbula se preparaba para el castigo, te voy a matar le dijo,
ella guardo silencio pensaba en la humedad de la arena y en las mariposas
volando en medio del amor, en ese momento el la mato, cavo la fosa la enterró,
cubrió el lugar con marañas y piedras y se fue. Caminó sin corazón porque lo
enterró en la fosa junto a ella pasaron cada vez más y más días y el güero
galán se impacientaba comenzó a buscar a su amada, nadie la había visto pensó
entonces en el marido mando que lo detuvieran y bajo sospecha lo encarcelo,
jamás se supo si por las buenas o por las malas, pero el marido confeso la
verdad y los llevo al lugar de los hechos, quitaron las piedras y la tierra y
ahí estaba la bella mujer que arranco suspiros al pasar su hermosura una vez adorno
las calles del barrio de San Juan. El güero galán enfurecido y con los ojos
llenos de lágrimas le dictó sentencia y ahí mismo lo mato, lo enterraron en la
misma fosa y en la misma enterraron también los celos y la traición, pero quedo
en la nostalgia el amor. A través de los
años sobre de la fosa que guarda la traición y el amor se levanta lo que hoy es
el cerezo de iguala.
La leyenda: "Los chantes emparedonados"
Aproximadamente en el año
de 1939 se inició la construcción de la carretera de Iguala a Altamirano
edificada por el ingeniero Rubén Figueroa Figueroa, habiendo tantas versiones
de la historia que cuentan, se dice que en el pueblo Santo niño hubo necesidad de
edificar un puente para poder pasar la carretera, pero los constructores en el
día construían el puente y por la madrugada su obra era derribada. Así paso
muchas veces, hasta que un hombre se presentó y hablo con los responsables de
la obra, y este hombre les dijo que si querían que dejara pasar la carretera
por el puente tenía que entregarle un promedio de almas. Entonces estos hombres
hicieron el compromiso de entregarle las almas que él quería y
aprovechando que habían unas personas desconocidas, que no eran del pueblo, si
no que venían de Toluca vendiendo muchas cosas que llevaban cargando en un
huacal en sus espaldas donde vendían ollas, cazuelas, jarros, dulces, petróleo
y canela lo que al día de hoy se les llama comerciantes les llamaban chantes y
al ver que ellos no eran del pueblo los invitaron a tomar bebidas alcohólicas,
ya estando ellos tomados fueron metidos enparedonados en unos muros de piedra
para que el puente fuera edificado y fue así como el espíritu del mal que
conocemos como Satanás dejo pasar la carretera y edificar el puente. Los
moradores de ese puente hasta el día de hoy dicen que escuchan las voces de
esos hombres que están enparedonados en esas columnas de piedra del
puente y se dice que cuando el rio crece las palabras de esos hombres
claman diciendo: “atráncate compañero”.
Es una bella información, deberían promoverla en todas las redes sociales. Al mnos yo trataré d hacerlo. Gracias por su amor a Iguala.
ResponderBorrarGracias por las leyendas
ResponderBorrar